El casco es más que un accesorio: representa la primera línea de defensa en cada competencia. Mantenerlo impecable no es cuestión estética, sino una necesidad vital. Acumular sudor, barro o polvo compromete sus materiales, afecta la ventilación e incluso puede reducir su eficacia ante impactos.

Primero, desmontá el forro interior si es removible y lavalo con jabón suave. Secá al aire, nunca con calor directo. Para el exterior, utilizá paños húmedos, evitando solventes agresivos que dañen la superficie. Prestá atención a las correas y hebillas: limpialas con cuidado, revisando que funcionen correctamente.

Guardalo siempre en un lugar seco, lejos del sol o humedad constante. No lo apoyes sobre superficies irregulares ni lo golpees innecesariamente. Revisá su estado antes de cada jornada. Cuidar este elemento no solo alarga su vida útil, también preserva la del jinete. Una rutina simple puede marcar la diferencia entre correr seguro o asumir riesgos evitables.